martes, 4 de noviembre de 2014

Horacio G. Piñero

MUSEO de la PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL en ARGENTINA "DR. HORACIO G. PIÑERO"


Raíces de la psicología experimental
En este museo se exhibe el instrumental científico del Laboratorio de Psicología Experimental creado por el doctor Horacio Piñero y que funcionó a partir de 1901 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Museo de la Psicología Experimental
http://www.psi.uba.ar/extension/museo/presentacion_museo.pdf

Argentina “Horacio Piñero
Facultad de Psicología
Independencia 3065, 3º piso
Tel.:4957-4110 – Int. 116
Directora: Maria del Rosario Lores Arnaiz

En agosto de 1989 tomé contacto por primera vez con la mayor parte del instrumental que hoy guarda el Museo de la Psicología Experimental Argentina “Dr. Horacio G. Piñero”. Era un conjunto de viejas piezas que, por esos días, habían sido trasladadas al sótano de la Facultad, situado en la calle Independencia 3065. Pedí verlas, fantaseando con que quizás hubieran pertenecido a algún laboratorio de antigua data.
Tres décadas de desuso y traslados no habían conseguido borrar las huellas de su pasado esplendor. Aún podían advertirse la nobleza de las maderas, el terciopelo de los estuches, la solidez de los hierros. Algunas placas de metal, al asomar su dorado bajo el polvo, dejaban leer orígenes disímiles –Leipzig, París, Götinga, Buenos Aires– y nombres de constructores ilustres –Zimmerman, Gaiffe, Verdin, Zeiss, Dapra & Killi–.
Sobre una pequeña caja pudimos leer, tras frotar su placa, el nombre del instrumento: compás de Mercante, diseñado por Alfredo Calcagno. La atmósfera se había transformado. Sentí que en esas piezas latían mensajes que no conocía y al mismo tiempo, que una urgencia por comprenderlos surgía en mí de manera imperiosa.
En mi mente apareció la idea de pedir la guarda de los instrumentos para identificarlos y restaurarlos, si tal cosa era posible, comprender a qué medidas estaban destinados, en qué investigaciones se usaron, qué objetivos tenían éstas, qué datos se obtuvieron, cuáles fueron los métodos empleados, cuál fue el destino de esos conocimientos y si los jóvenes estudiantes de aquella lejana época habían participado de esos trabajos.
Salvo un abuelo relojero por afición, nada de mi pasado me había preparado para esas tareas, pero no creo haber siquiera pensado en eso. Afortunadamente, la Decana de entonces, Sara Slapak, notó mi fervoroso entusiasmo y me los confió. Recuerdo haberlos arrastrado desde el ascensor al que, a mi pedido, los habían llevado desde el sótano, hasta un aula concedida a tales fines en el tercer piso de la avenida Independencia, en el que actualmente se encuentra el Museo. Fue una curiosa escena, en la que mi ánimo exultante contrastaba con la apariencia poco recomendable de la extraña pira formada por los restos de los aparatos.
Dos interesantes artículos escritos por Mauricio Papini –uno en colaboración con mi colega Alba Mustaca, quien me los facilitó– acerca de la psicología experimental temprana en la Argentina mostraban que el estudio pormenorizado de las investigaciones hechas por los psicólogos pioneros de fines del siglo XIX y principios del XX en nuestro país, no había sido aún llevado a cabo.
Mustaca me dio otro valioso dato: la existencia de un extenso artículo escrito por Américo Foradori sobre la psicología en la Argentina, cuyo segundo capítulo dedicó al Laboratorio fundado por Horacio G. Piñero y del que hacia 1935, era ayudante técnico “ad honorem”. El trabajo constituye una notable crónica sobre el desarrollo de la psicología en el país durante más de tres décadas y media y se halla publicado en el primer tomo de los Anales del Instituto de Psicología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
La pista que llevaba a la Facultad de Filosofía me cautivó, porque yo misma pertenecía a su pasado: entré en 1964 y me recibí en Filosofía en 1968. El primer Laboratorio de Psicología Experimental de Buenos Aires fue creado por Horacio G. Piñero en el Colegio Nacional de Buenos Aires y trasladado en 1901 a la Facultad de Filosofía de la UBA, que se hallaba en el que hoy es el edificio del Rectorado de esa Universidad.
Las instalaciones del Laboratorio fueron dotadas de instrumental comprado por Piñero en las mejores casas europeas, en especial, París, Leipzig y Gotinga y comprendían un amplio salón de conferencias. He tardado años en comprender que ese salón de la calle Viamonte, que hoy ya no existe, se había convertido para 1964 en el aula magistral donde nuestros profesores de Filosofía nos dictaban clase. Recuerdo haberme sentido en ese tiempo a la vez orgullosa e intimidada por ese espacio tan amplio, totalmente alfombrado en rojo, en el que un conjunto de escalones anchos y bajos llevaba hasta una tarima desde donde los profesores impartían su clase.
De ese edificio ningún lugar me había fascinado tanto como su Biblioteca, que se hallaba en el patio y a la que se llegaba tras subir una escalera de madera en forma de caracol con varios pisos. Allí asistí asiduamente hasta que la Facultad fue trasladada en parte al edificio de la calle Independencia 3065 y en parte a un edificio de Florida al 600.
Para el momento en que conseguí meter todos los restos de instrumental en el aula, la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA continuaba alojada en la de Psicología, adonde había sido llevada con la mudanza de la Facultad. Poseía entonces una entrada independiente por la calle Independencia, a la que acudí al día siguiente. Encontré allí, en principio, al bibliotecario que conocía desde mi juventud y, para mi deslumbramiento, los dos tomos escritos por Horacio Piñero sobre sus trabajos de investigación y un bello mueble antiguo que contenía los libros de psicología desde 1880 hasta 1935 aproximadamente. Era, pues, la biblioteca del Laboratorio, que había sido cuidadosamente conservada.
En los primeros días no podía apartarme de los tomos de Piñero, especialmente de las fotos y dibujos que él había insertado en sus artículos para ilustrar a los lectores acerca de los procedimientos técnicos seguidos: comencé a reconocer algunos instrumentos –un tiempo de reacción de la Casa Verdin de París, un cilindro de Baltzer.
Pensé que era imprescindible reconstruir investigaciones hechas en el Laboratorio de Piñero con aquellos aparatos, como un paso fundamental para cualquier intento de restaurarlos. Sentí también que era necesario lograr una perspectiva histórica acerca de la relevancia de aquellos trabajos en relación con el desarrollo de otros Laboratorios de su época y al mismo tiempo, una perspectiva actual, en relación con los desarrollos contemporáneos de la psicología experimental.
Elevé al Decanato el pedido de constituir un Programa de Investigación Experimental en Ciencias del Comportamiento –PINECIC– que fue aprobado en 1991. El proyecto "Análisis teórico y reconstrucción concreta de la investigación psicológica en la Argentina, 1901-1915" fue parte sustancial del mismo y su objetivo era crear un Museo que pudiera transferir al conjunto de la Facultad nuestros hallazgos. El sistema UBACYT otorgó una beca estudiantil que significó también un apoyo para el proyecto de convertir en Museo lo que pudiéramos recuperar.
En 1992 hicimos la primera presentación de los resultados de la investigación, que incluyó la exposición de los aparatos que habíamos logrado identificar y una muestra de experimentos reconstruidos con dicho instrumental, que se reprodujeron para el público.
A su inauguración acudieron los hijos de Alfredo Calcagno, quienes habían aportado una valiosa bibliografía que nos permitió reconocer su osmiestesímetro, diseñado por él para el estudio de la sensibilidad olfativa.
En los años que siguieron hemos realizado un Catálogo del Museo que incluye fotografías de cada aparato, una descripción de las investigaciones realizadas en la época, los nombres de quienes realizaron tales investigaciones y una breve noticia sobre la importancia de las mismas al momento en que se llevaron a cabo y en la actualidad.
El Museo de la Psicología Experimental Argentina “Dr. Horacio G. Piñero” fue reinaugurado en diciembre de 2003 al destinársele un nuevo espacio dentro de la Facultad a la que pertenece.


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